3. La importancia de un buen profesor

Me gustaría dedicar esta entrada a Sixto Castro, catedrático de estética de la Universidad de Valladolid.
No tengo ninguna duda de que Sixto -perdón por el uso coloquial de su nombre, seguro que me lo perdona- cambió mi vida totalmente. Procedo ahora a contaros esta historia.

A mis 18 años, como la mayoría de los estudiantes de mi edad, tenía que decidirme sobre que carrera estudiar. Tristemente, como también parece que le pasa a la mayor parte de nosotros, estaba bastante perdido y no tenía muy claro a qué quería dedicarle los próximos cuatro años de mi vida. Dentro de mis intereses estaban la política, la filosofía y la música, aunque no sentía una especial devoción por ninguna de las tres. Lo que si que tenía más claro era que no iba a estudiar una carrera científica, ya que tras mi experiencia en el bachillerato tecnológico las ciencias y yo no nos llevamos del todo bien -pese a que me interesen ciertas cosas de ellas como el estudio de la vida animal y vegetal-. Por tanto, acabé eligiendo la carrera de Historia y Ciencias de la Música, ya que llevaba 10 años en el conservatorio y parecía una buena continuación de una experiencia y campo que me gustaban. El primer cuatrimestre de la carrera se me hizo eterno, ya que está orientado a cualquier tipo de persona que se introduzca en la música, y yo tenía la sensación de que ya lo sabía todo. Sin embargo, en el segundo cuatrimestre apareció Sixto, que impartía en mi carrera una asignatura: Filosofía de las Artes. Esta asignatura cambió mi vida. Si tuviera que hacer una clasificación de las asignaturas que más me han gustado y más me han influido a la hora de observar el mundo, esta estaría dentro de las cinco primeras con total seguridad.


Tenía la suerte de poder escuchar a Sixto tres veces por semana, y de verdad, jamás fui más contento a una clase. Cuando sabía que se aproximaba su hora yo era feliz, su clase era como la luz dentro de la oscuridad de otras muchas asignaturas que no suscitaban mi interés. Recuerdo ese cuatrimestre con mucha felicidad, sobre todo porque despertó en mi un interés que llevaba unos cuantos meses olvidado. Vienen a mi mente momentos en clase en los que Sixto hacía referencia a "los filósofos" -su otra clase de segundo del grado de filosofía- y yo pensaba por dentro, "yo me veo ahí, yo quiero ser de esos filósofos de los que habla y que no paran de hablar de cosas de filosofía". Cuando terminó la asignatura me acuerdo que estudié con muchísimo gusto para el examen, un examen que además, disfrute de hacer. En ese momento "terminó" mi relación con Sixto y la filosofía, pero yo cada vez tenía más claro que era una relación que volvería en algún momento. Sixto no solo fue buen profesor, sino que fue amable y aceptó hablar conmigo para solventar mis dudas a cerca de la carrera de filosofía. En ese momento también pude interactuar con Fernando Calderón, el que curiosamente cuatro años más tarde sería mi tutor de TFG, al que admiro tanto de manera personal como profesional. La conversación con ellos dos ese día tiene algo de gracia, ya que supongo que verían en mí al típico chico perdido que no sabe muy bien que hacer y se mete a filosofía. La opinión de los dos en ese momento fue clara: si lo tienes claro lánzate, pero ten cuidado donde te metes.

Pasó el verano y tras conversaciones con mis padres y con mi amigo Martín, probablemente una de las personas que más influyó en mi decisión, decidí impartir segundo de Musicología junto con tres asignaturas de Filosofía. Este intento por compaginar ambos grados duró poco, y a las tres semanas de empezar el curso decidí dejar Musicología y centrar todos mis esfuerzos en la carrera de Filosofía. Una decisión que fue bastante fácil, ya que era lo que realmente me motivaba a estudiar. He de decir también que con el tiempo de mi lado, fue una decisión adecuada, porque he disfrutado enormemente del grado de Filosofía y de todo lo que me ha ofrecido, un grado que recomendaría a todo el mundo y que me ha dado muchísimas cosas tanto a nivel personal como intelectual- probablemente este tema merezca un post particular.

Acabo remarcando la importancia de Sixto en esta decisión. Sixto es un profesor que va a dar una clase a una carrera que no es la suya, con gente a la que probablemente la filosofía le importe muy poco y aún así, consiguió que me encantara, consiguió conectar conmigo y generarme un interés en mí por el arte que hasta el momento había sido inexistente. Sixto consiguió siendo un buen profesor -un calificativo que se le queda pequeño- que alguien como yo encontrara un mejor camino para su vida. Los profesores pueden cambiarte la vida, es algo que creo firmemente. Por eso nunca me cansaré de alabar el valor de Sixto como profesor, porque pertenece a ese grupo selecto de docentes que es increíble en su profesión y que transmite sus conocimientos a todo el que esté dispuesto a escuchar. Supongo que debería dar las gracias al universo por poner a Sixto en mi camino, porque ha provocado que haya sido realmente feliz en mis estudios universitarios.

Nada más que decir por hoy, espero que todos los que hayan leído esto tengan en su mente ese buen profesor que algún día les hizo sentir placer por la materia que impartían. Gracias por leerme, nos vemos en la próxima.

"Cuando algo te parezca normal,
por las veces que lo viste hacer mal
es que el diablo algo debe hacer bien
ve preparando el impacto frontal"

Lucifer, SFDK

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